La esperanza que Dios nos da es definitiva, fiel, confiable, total, indudable e invencible.
El cielo y la tierra se llenan de tristeza.
La tierra ha sido profanada por sus habitantes,
porque han dejado de cumplir las leyes, (…)
Se terminó la alegría de los tambores y del arpa,
se calló el bullicio de los amigos de la diversión. (…)
La ciudad del desorden, no se puede entrar en ninguna casa… (…)
El Señor destruirá para siempre la muerte,
secará las lágrimas de los ojos de todos
En ese día se dirá:
“Éste es nuestro Dios,
en él confiamos y él nos salvó.
Alegrémonos, gocémonos, él nos ha salvado.”
(Isaías 24:4/ 25:9)
Como habrás visto al leer la profecía que Isaías escribió sobre los últimos tiempos, hoy quiero escribir más específicamente (aunque no exclusivamente) para todos los que creemos en Dios. NO estoy diciendo que estos sean los últimos tiempos (¡Solo Dios lo sabe!), pero esos versículos reflejan de una manera genial lo que está sucediendo en estos días, y ¡sobre todo! Lo que tiene que ver con nuestra esperanza.
Sí, porque muchas veces nosotros creemos que cuando la Biblia habla sobre la esperanza en las promesas de Dios, es similar a cuando nosotros decimos: “Espero que todo vaya bien” o “tengo la esperanza de que esta situación pueda resolverse” ¡No es así! Nosotros a veces esperamos y confiamos en lo que puede o no puede suceder, pero la esperanza que Dios nos da es definitiva, fiel, confiable, total, indudable e invencible. Cuando Dios dice algo se cumple siempre, pase lo que pase.
En cierta manera todos sabemos que es así, pero… ¡Siempre hay un pero! Y tiene que ver con nuestro miedo. Si no somos capaces de vencer el miedo jamás podremos reflejar la esperanza que Dios nos ha regalado y para los demás será imposible conocer esa esperanza, porque no pueden “verla”. Sé que atravesamos muchas situaciones complicadas y muchos no quieren conocer a Dios y el desencanto nos vence, etc. podríamos seguir poniendo excusas sin final; pero recuerda una cosa: jamás una vida amargada ha ayudado a cambiar el mundo.
No podemos dejar que el enemigo se introduzca en nuestra mente de tal manera que comencemos a dudar de todo… y a tener miedo. Este, precisamente este, es el momento que Dios nos permite vivir para que todos puedan ver en nosotros una actitud diferente: vamos a ser agentes de la esperanza de Dios ¡y no agentes secretos! ¡Todo lo contrario! No solamente vamos a vencer el miedo, sino que Dios nos va a usar (¡te va a usar!), para ayudar a otros a vencerlo también.
En medio de esta situación vamos a ser agentes de esperanza.
¿Sabes? La Biblia nos enseña que para vencer el miedo no necesitamos ser más valientes que los demás, sino que lo que tenemos que hacer es amar, porque el amor es el que echa fuera el miedo (1 Juan 4:18). Así que cada mañana, lo primero que vamos a hacer es pedirle al Señor que nos llene de amor a Él, a nuestra familia, a todas las personas que conocemos, a todos los que podamos encontrar en nuestro camino… para transformar el miedo en esperanza. Porque las tormentas de la vida son iguales para todos, pero nosotros reaccionamos de una manera diferente no porque somos más fuertes, sino porque nuestro Padre celestial no solo nos cuida, sino que tiene en sus manos el control de todo.
Una vez me contaron que, en medio de la segunda guerra mundial, alguien exclamó: “El mundo se acaba ¿qué podemos hacer?” y un niño respondió: “No importa, podemos vivir sin él” . Es el comentario teológico más exacto y certero que he escuchado sobre la afirmación del Señor Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
Hace años escribí que “Quienes amamos al Señor cantamos aún en los momentos más oscuros, adoramos cuando la muerte nos rodea y sonreímos aunque nuestro corazón esté roto”… Déjame decirte que sigo creyéndolo. Lo creía cuando estaba en el hospital y le pido al Espíritu de Dios que llene mi corazón para no dejar de creerlo nunca.
Porque la esperanza y la confianza en lo que Dios dice es más firme que los cielos y la tierra.
Imagen de Kristel Hayes en Unsplash